La manosfera y los Redpills son patéticos

[Urian]

Me divierte enormemente la cantidad de hombres de la llamada manosfera, el MGTOW, la Red Pill y demás basura que pretende hacerse ver como un ejemplo para el resto de los hombres. Según ellos, son machos alfas en proceso de llegar a serlo y de “valorarse a sí mismos”. La realidad: son una mierda andante y deberías reírte de ellos en la cara.

Todos ellos comparten el mismo trastorno mental —y tranquilos, que ya habrá para ciertas mujeres también—: un narcisismo de manual que busca validación únicamente en personas de su mismo sexo. Eso los convierte en algo muy curioso: aunque tengan relaciones heterosexuales y se sientan atraídos por mujeres, no son mentalmente heterosexuales. Su lealtad emocional, su admiración y su sentido de valor dependen de otros hombres, no de las mujeres con las que están en pareja.

Y no, no me refiero a que tengan pluma ni a que se muevan como un cliché de gay de serie mala. Esto no es lo mismo que ser homosexual. Es mucho peor: es un patrón de misoginia y dependencia emocional del juicio masculino. Han construido toda su identidad a partir de la percepción de otros hombres, no del criterio propio. Por eso, ante la figura de la “mujer tradicional” que dicen venerar, la ven como un accesorio. Las consideran útiles para cuidado, sexo o status, pero jamás como iguales.

Lo gracioso es que son incapaces incluso de tener relaciones funcionales con mujeres conservadoras y “de toda la vida” porque no saben buscar validación en ellas. La buscan en otros hombres. Son incapaces de un vínculo sentimental real con mujeres, lo que solo alimenta su misoginia, que crece con los años como moho en un sótano.

Son capaces de traicionar a su pareja antes que decepcionar a un hombre de su círculo. Algunos incluso se obsesionan con el cuerpo hipermusculado de sus gurús favoritos, queriendo parecerse a ellos. Es una especie de autoandrofilia: “quiero convertirme en el hombre que yo mismo me follaría”. En el fondo, muy heterosexual no es. Y no me extrañaría que más de uno termine saliendo del armario como homosexual declarado, pero del tipo ultramisógino.

Es más, la gran mayoría son tránsfobos, justo como esos mismos gays ultramisóginos de los que os estoy hablando, que no toleran ni un ápice de feminidad en sus parejas.